martes, 1 de marzo de 2011

Peggdone, cggeo que no me entiende.

Linda Walker era una ciudadana de Newcastle (Inglaterra) como cualquier otra. Su acento cotidiano era el Geordie, típico de la zona de Tyneside. Pero un mal día, sufrió un ataque cerebral y cuando despertó, su acento se había transformado y, según los expertos, adquirió una especie de habla jamaicana, a pesar de que ella nunca había estado allí. ¿Qué había pasado?

El síndrome del acento extranjero se produce como efecto de una lesión producida en el hemisferio izquierdo del cerebro, concretamente, cuando se dañan las conexiones en los centros relacionados con el habla. Sus síntomas son el resultado de la distorsionada capacidad de articulación de los músculos faciales y de los procesos de coordinación.

Este síndrome fue descrito por primera vez en 1907 por el neurólogo francés Pierre Marie. Aunque han existido varios casos, esta enfermedad es extremadamente rara, ya que sólo se han registrado 60 casos entre 1941 y 2009.

Entre estos casos, podemos citar el caso acaecido en Noruega en 1941, cuando una joven llamada Astrid L., sufrió una lesión cerebral por una metralla durante un ataque aéreo. Después de su accidente, empezó a hablar con un fuerte acento alemán, lo que le supuso la discriminación por parte de los noruegos.

O también el de Cindy Lou Romberg en 1991, que sufrió una lesión cerebral y 17 años más tarde, en 2008, desarrollo otro acento, tras una operación de reajuste del cuello realizado por su quiropráctico. El hospital descartó mas tarde la posibilidad de que fuera un derrame. El caso es que a partir de entonces, Cindy comenzó a desarrollar un fuerte acento ruso y al parecer, cometía los mismos errores gramaticales que podría cometer una rusa hablando inglés.

De momento, los neurólogos saben poco sobre este síndrome y, por ello, siguen estudiando. Mientras buscan una posible cura, o la causa, habrá personas ahí fuera a las que tratarán como si estuvieran poseídas, rechazadas, y viviendo la que, seguramente, es la peor de sus pesadillas.

En este vídeo, podéis ver un reportaje en televisión del caso de Linda Walker:

lunes, 28 de febrero de 2011

Aunque no nos conozcamos....

Estás sentado en una cafetería. Un amigo te ha citado allí, porque tiene algo muy importante que decirte. De repente, ves a tu amigo, que es un fanático de la música heavy, con ropas estrafalarias, con mechas azules en el pelo, y con unas gafas de moda. Le preguntas qué demonios le ha pasado en la cabeza. Sin embargo, él no parece inmutarse y te suelta: "Creo que Lady Gaga está profundamente enamorada de mí, y pienso que debería corresponderla". Seguramente pensarás que se le ha ido la olla. Pero un psicólogo diría que padece el Síndrome de Clérambault, o erotomanía. ¿Y qué es esto?

El Síndrome de Clérambault (llamado así por el psiquiatra francés Gaëtan Gatian de Clérambault) es un trastorno que hace que el sujeto desarrolle una convicción delirante de que es amado por otra persona. Ésto hace que crean que la persona amada trata de comunicarse con ellos a través de símbolos que, en apariencia, no significan nada. Es más, en la mayoría de los casos, los seres amados no tienen ninguna relación con los trastornados, aunque éstos opinen que ellos empezaron la relación.

El origen es desconocido. Han sido bastantes los casos clínicos, pero las relaciones entre ellas son poco esclarecedoras. Por ejemplo, en algunos casos, ha sido fruto de unos rasgos de personalidad subyacentes. En otros, como síntomas de enfermedades como el Alzheimer o el VIH. Incluso, se han llegado a encontrar casos de erotomanía en pacientes con poliquistosis ovárica o en personas que usan esteroides. Por este motivo, se ha relacionado el desequilibrio de las monoaminas centrales con la aparición de la psicosis.

Existen dos vertientes de erotomanía: la primaria, que se caracteriza por tener un único síntoma (el delirio), y la secundaria, que se presenta con un abanico amplio de delirios. Podemos señalar que, normalmente, las afectadas son mujeres (excepcionalmente hombre, aunque ahora despues comentaré un caso), cuyo objeto de amor suele ser un hombre intelectual, de mayor rango social y muy famoso. En algunos casos, los erotómanos acosan a sus amados con videos, cartas, llamadas o visitas.

En cuanto al tratamiento de esta enfermedad, podemos decir que se fundamenta en dos principios: la medicación antipsicótica y la psicoterapia, aunque se debe tener especial cuidado con ésta última, ya que puede cambiar el objeto de amor por el propio terapeuta. El objetivo primario es descentrarlo de sus obsesiones, ayudando al paciente a establecer compromisos. Este tipo de trastornos deben ser cuidadosamente observados, ya que están relacionadas con conductas agresivas por parte de los pacientes.

Hubo un caso muy famoso allá por 1996. El erotómano era Ricardo López, un joven de Miami de origen uruguayo, cuyo objeto de amor era la célebre cantante islandesa de electrónica experimental Björk (en la foto superior). Éste creía que la cantante estaba enamorada de él. Por eso, le mandaba cartas de amor, que ella nunca respondía. Un día, se puso muy celoso, al ver a la cantante con un hombre negro, su novio por aquel entonces, Goldie. En ese momento, Ricardo empezó a preparar una venganza contra Björk. Empezó a hacer un video-blog, donde se le veía construyendo una bomba de ácido sulfúrico para matarla. En los videos explicó que la bomba iría en un libro, y que se haría pasar por un ejecutivo de Elektra Records. Al final, el equipo de Scotland Yard interceptó el paquete en una oficina de correos de Londres, antes de que saliera a su destino. Ricardo acabó suicidándose con un revolver de calibre 38 (mostrado en los videos) y la cantante Björk, horrorizada por el acontecimiento, se mudó a Andalucía y se separó de su compañero Goldie. En honor a este fan, Björk compuso la cancion So Broken, inspirada en este incidente.

Para concluir, os dejo este vídeo en el que aparece el famoso Ricardo López:

La duda te hace más fuerte... ¿no?

Que levante la mano quien no haya discutido nunca con un amigo sobre temas polémicos como las corridas de toros, o incluso sobre cual es el mejor sistema político actualmente.

Lo que está claro, es que la meta en todo esto es destruir los fundamentos de la otra persona: se discute y se aportan pruebas empíricas, con el objetivo de sembrar la duda. ¿Y qué obtenemos? Todo lo contrario. Le reforzamos y nuestro sujeto empieza a dar respuestas mejor pensadas y más categóricas. En conclusión, la duda crea en nosotros un efecto rebote, que nos hace reafirmarnos y dar respuestas más aireadas de nuestras convicciones.

Aunque esto ya lo sabíamos, unos psicólogos de la Northwestern University, David Gal y Derek Rucker, publicaron un artículo en la revista Psychological Science, en la que describían estos tres experimentos:

1. Cogieron a un grupo de 150 voluntarios, y a una mitad, se les incitó a pensar en una situación desfavorable que les había hecho sentir muy inseguros. Y a la otra mitad, se le pidió que recordaran situación que les habían reafirmado. A continuación, se les pidió a todos, que escribieran en un papel, su convicción con el tipo de dieta que seguían y los argumentos para defenderlo frente a otras opiniones. Curiosamente, los que habían recordado sucesos desfavorables, escribieron argumentos más largos, y más categóricos.

2. Se escogió a un centenar de estudiantes que preferían los ordenadores Mac's a los PC y, como antes, se les indujo la duda. A continuación, hicieron dos subgrupos más, y a uno de ellos se les pidió que imaginaran cómo convencer a un fanático de Windows, y la otra mitad, a personas sin fuertes preferencias. No encontraron diferencias, pero frente al defensor de Windows, los estudiantes seguros de sí mismos, empleaban menos palabras y tiempo para defender sus ideas que los inseguros. Ésto demuestra que la convicción que percibimos en nuestro adversario intelectual nos hace escorarnos más o menos en nuestras ideas.

3. A 88 estudiantes se les pidió que expresaran sus opiniones acerca de la experimentación con animales, pero a la mitad de ellos se les obligó a hacerlo con la mano contraria a la que escribían (técnica para crear inseguridad en psicología). Al finalizar, éstos reconocieron que se sintieron más inseguros, pero ello no les impidió escribir respuestas más largas, y más contundentes.

En conclusión, aquellas personas que se ven intelectualmente amenazadas, responden con argumentos más sólidos que aquellas que se creen muy seguras.

Así que a partir de ahora, reservemos nuestras mejores cartas para el final de la partida. Uno nunca sabe cuándo debe utilizarlas.