lunes, 28 de febrero de 2011

La duda te hace más fuerte... ¿no?

Que levante la mano quien no haya discutido nunca con un amigo sobre temas polémicos como las corridas de toros, o incluso sobre cual es el mejor sistema político actualmente.

Lo que está claro, es que la meta en todo esto es destruir los fundamentos de la otra persona: se discute y se aportan pruebas empíricas, con el objetivo de sembrar la duda. ¿Y qué obtenemos? Todo lo contrario. Le reforzamos y nuestro sujeto empieza a dar respuestas mejor pensadas y más categóricas. En conclusión, la duda crea en nosotros un efecto rebote, que nos hace reafirmarnos y dar respuestas más aireadas de nuestras convicciones.

Aunque esto ya lo sabíamos, unos psicólogos de la Northwestern University, David Gal y Derek Rucker, publicaron un artículo en la revista Psychological Science, en la que describían estos tres experimentos:

1. Cogieron a un grupo de 150 voluntarios, y a una mitad, se les incitó a pensar en una situación desfavorable que les había hecho sentir muy inseguros. Y a la otra mitad, se le pidió que recordaran situación que les habían reafirmado. A continuación, se les pidió a todos, que escribieran en un papel, su convicción con el tipo de dieta que seguían y los argumentos para defenderlo frente a otras opiniones. Curiosamente, los que habían recordado sucesos desfavorables, escribieron argumentos más largos, y más categóricos.

2. Se escogió a un centenar de estudiantes que preferían los ordenadores Mac's a los PC y, como antes, se les indujo la duda. A continuación, hicieron dos subgrupos más, y a uno de ellos se les pidió que imaginaran cómo convencer a un fanático de Windows, y la otra mitad, a personas sin fuertes preferencias. No encontraron diferencias, pero frente al defensor de Windows, los estudiantes seguros de sí mismos, empleaban menos palabras y tiempo para defender sus ideas que los inseguros. Ésto demuestra que la convicción que percibimos en nuestro adversario intelectual nos hace escorarnos más o menos en nuestras ideas.

3. A 88 estudiantes se les pidió que expresaran sus opiniones acerca de la experimentación con animales, pero a la mitad de ellos se les obligó a hacerlo con la mano contraria a la que escribían (técnica para crear inseguridad en psicología). Al finalizar, éstos reconocieron que se sintieron más inseguros, pero ello no les impidió escribir respuestas más largas, y más contundentes.

En conclusión, aquellas personas que se ven intelectualmente amenazadas, responden con argumentos más sólidos que aquellas que se creen muy seguras.

Así que a partir de ahora, reservemos nuestras mejores cartas para el final de la partida. Uno nunca sabe cuándo debe utilizarlas.

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